Fue en medio de unas cervezas en la siempre amigable
Llamadme idiota, pero cada vez que la veo, se me cae la baba.
Cuaderno de Bitácora del libro "Cocinar el Loto" de Ángel Gómez Espada
Fue en medio de unas cervezas en la siempre amigable
Llamadme idiota, pero cada vez que la veo, se me cae la baba.
Hace unos meses, en su número 10, desde Santo Domingo
La bandeja del ego, la dejo aquí.
En el último número de la revista EL COLOQUIO DE LOS PERROS (el 25 ya, quién nos lo iba a decir) tuve la oportunidad de entrevistar a José María Cumbreño, quien recientemente ha visto publicada una antología poética en portugués, de la mano de Ruy Ventura. Quizá por ello, el traductor quiso poner en su Estrada do Alicerce el contenido de tan agradable momento.
Así fue el silencio de rotundo.
Me llevó a callarme esto, de lo que me siento tan orgulloso. Lo lamento por Carlos Enrique Cabrera, que tan amablemente aceptó en su día la propuesta de publicarme.
Cuando comencé a darme cuenta del daño que la editorial decidió hacerle a mi libro, tomando por idiotas a unos cuentos (reconozco en todo momento mi torpeza en este caso, no sabía cuán literales eran en Bubok, cómo se tomaban todo al pie de la letra) era demasiado tarde. La herida ya estaba abierta y si no ha profundizado más ha sido gracias al cariño que Sonia le tiene al autor de esos versos, alguien cada vez más diferente a mí.
Decidí callarme, como vieron los que entraban al blog.
Las palabras amables y directas de Sonia, Juan de Dios y Manolo me hicieron recapacitar, comenzar una nueva lucha, comer de mi propio loto y hacer de tripas corazón.
Hay algo de luz al fondo de ese túnel que es la autoedición a distancia.